Los baúles de marionetas se agitaban en la parte trasera de la furgoneta. A pesar de todo, esa tarde habría espectáculo.
No era la primera vez que al llegar a un pueblo, tras viajar varias jornadas apretados en el maletero, tenían que quedarse encerrados en los baúles porque se cancelaba su actuación. Por motivos de poco presupuesto “El desván de las ilusiones mágicas”, después del esfuerzo puesto en adaptar los guiones y crear y montar los personajes nuevos, que eran cada vez más elaborados y costosos, no había podido actuar ya en varios lugares.
Los niños que habían acudido esa tarde a la plaza para verles no querían volverse a casa. Decepcionados, se quedaron jugando por allí como si las autoridades fueran a cambiar de opinión y ofrecerles al fin el teatro de títeres que tenían anunciado. Correteaban cerca de la furgoneta, desde el interior las marionetas podían oír las voces y los pasos apresurados.
— ¡Oíd chicos, tenemos que hacer algo!— dijo Momo.
—Creí que era a la única a la que le daban pena esos niños. — Se levantó airosa la Bailarina de la danza del vientre— Estaba a punto de mandar al Soldado de plomo que os hiciese formar a todos para proponeros que hagamos nuestra función.
—Estamos todos de acuerdo, ¿no? Pues a trabajar. —El Príncipe les apresuró para que salieran de los baúles y se preparasen para hacer cada uno su número.
Aunque no esperaban ver nada dentro, un grupo de niños se acercó a los cristales para curiosear. De repente el maletero se iluminó y de los baúles empezaron a salir bailando las marionetas. Sorprendidos, los pequeños retrocedieron un paso para al instante volver a mirar intrigados y llamar a todos los demás para que vieran lo mismo que ellos estaban viendo. Y así se congregó un improvisado público infantil que contempló atónito cómo los personajes interpretaban por si mismos todo el espectáculo, utilizando el maletero como teatro y las ventanillas como escenario. Primero los payasos hicieron un número de humor y malabares, luego doña Gorgonia y doña Afinatta con su piano animaron el baile del Príncipe con la Bella Durmiente y la increíble actuación del cuarteto que formaron Marilyn, María Callas, Carmen Miranda y Elvis. La gitana Angustias les enseñó el futuro en su bola de cristal iluminada. Momo representó una alegre historia con gestos de mimo y el Mago Merlín con sus trucos les dejó a todos con la boca abierta. No hicieron falta personas para los diálogos ni las canciones, los movimientos de los títeres eran tan expresivos que todos los niños entendieron el significado y disfrutaron de aquella fantástica representación del “El desván de las ilusiones mágicas”.
No era la primera vez que al llegar a un pueblo, tras viajar varias jornadas apretados en el maletero, tenían que quedarse encerrados en los baúles porque se cancelaba su actuación. Por motivos de poco presupuesto “El desván de las ilusiones mágicas”, después del esfuerzo puesto en adaptar los guiones y crear y montar los personajes nuevos, que eran cada vez más elaborados y costosos, no había podido actuar ya en varios lugares.
Los niños que habían acudido esa tarde a la plaza para verles no querían volverse a casa. Decepcionados, se quedaron jugando por allí como si las autoridades fueran a cambiar de opinión y ofrecerles al fin el teatro de títeres que tenían anunciado. Correteaban cerca de la furgoneta, desde el interior las marionetas podían oír las voces y los pasos apresurados.
— ¡Oíd chicos, tenemos que hacer algo!— dijo Momo.
—Creí que era a la única a la que le daban pena esos niños. — Se levantó airosa la Bailarina de la danza del vientre— Estaba a punto de mandar al Soldado de plomo que os hiciese formar a todos para proponeros que hagamos nuestra función.
—Estamos todos de acuerdo, ¿no? Pues a trabajar. —El Príncipe les apresuró para que salieran de los baúles y se preparasen para hacer cada uno su número.
Aunque no esperaban ver nada dentro, un grupo de niños se acercó a los cristales para curiosear. De repente el maletero se iluminó y de los baúles empezaron a salir bailando las marionetas. Sorprendidos, los pequeños retrocedieron un paso para al instante volver a mirar intrigados y llamar a todos los demás para que vieran lo mismo que ellos estaban viendo. Y así se congregó un improvisado público infantil que contempló atónito cómo los personajes interpretaban por si mismos todo el espectáculo, utilizando el maletero como teatro y las ventanillas como escenario. Primero los payasos hicieron un número de humor y malabares, luego doña Gorgonia y doña Afinatta con su piano animaron el baile del Príncipe con la Bella Durmiente y la increíble actuación del cuarteto que formaron Marilyn, María Callas, Carmen Miranda y Elvis. La gitana Angustias les enseñó el futuro en su bola de cristal iluminada. Momo representó una alegre historia con gestos de mimo y el Mago Merlín con sus trucos les dejó a todos con la boca abierta. No hicieron falta personas para los diálogos ni las canciones, los movimientos de los títeres eran tan expresivos que todos los niños entendieron el significado y disfrutaron de aquella fantástica representación del “El desván de las ilusiones mágicas”.