Hola cariño, te escribo porque te extraño, hace ya una semana que me pediste tiempo y no puedo vivir temiendo que te influya lo que todos opinan, sé que te dicen que la nuestra es una relación imposible y que les parecemos un elefante jugando con un ratón. Claro que, desde esa perspectiva, es normal equivocarse, no te conocen como yo mi amor. Conmigo te has quitado el disfraz y me has permitido apreciar la verdadera materia de qué estás hecha. Por eso he descubierto un millón de razones por las que es tan fácil quererte. Al despertar junto a ti no tengo miedo de lo que pueda traer el día, el calor de tu cuerpo y tu mirada son mi desayuno, mis armas secretas para enfrentarme al mundo; tu risa traviesa baila en mi cabeza las veinticuatro horas y me alegra, consigue que le quite importancia a las dificultades; si hay un atasco en la carretera las canciones de la radio te acercan a mí contoneándote atrevida; si en el trabajo algo sale mal, pienso que la primera vez que te lo pedí también me dijiste que nunca saldrías conmigo. A tu lado sé que si algo falla, tarde o temprano tendrá solución. También me conmueve la dedicación que pones en todo lo que haces, incluso en las pequeñas cosas, esa energía contagiosa de la que me aprovecho, porque es sencillo nadar a favor del oleaje en tu playa de aguas inspiradoras, con la fuerza y el calor de tu abrazo. Es imposible no amarte después de disfrutar de tus palabras cariñosas, de tus ideas locas, y de todo lo que día a día me dejas descubrir. Lo que menos importa es lo que piensen los demás, aunque a mi lado te vean pequeña, yo sé lo grande que eres y que la insignificante soy yo. Por eso entendería que me dejaras pero, por favor mi amor, no lo hagas nunca, porque sería incapaz de continuar sin ti, como un pequeño ratón moriría aplastada por la tristeza.