sábado, 18 de enero de 2014

OTRA VIDA



Atrás quedaron los días en que parecía que Mariona había perdido el juicio porque, en su desesperación, pensó que su recién fallecido marido se había reencarnado en el bebé de su amiga Elena.

Todos le decían que no tenía sentido que intentase buscar una explicación a lo que sin duda había sucedido por designios del Señor o porque así era el destino. El  niño nació el mismo día de la muerte de Gabriel, justo a la misma hora en que Mariona le hallaba acostado en la cama como si estuviera dormido. Aunque los dos acontecimientos no podían tener relación, ella no dejaba de darle vueltas al asunto. Arañar en la herida era lo único que le calmaba, sobre todo después de que dejase de tomar las pastillas que le mandó el médico para sobrellevar el dolor de la pérdida, y luego, de forma más intensa y activa, cuando regresó a Buenos Aires.

En su tierra encontró el apoyo de la familia, la suya y la de Gabi, que suplieron de algún modo la carencia que sufrían los niños, que eran muy pequeños y no entendían que su “papito” ya no pudiera jugar con ellos.  Mariona no sabía que hacer para ayudarles a superar la añoranza y el terror que tenían a perderla también a ella y lo primero que se le ocurrió fue buscar la solución en libros de psicología. Un poco por esto, otro mucho porque ella también necesitaba encontrar algo que le diera sentido a aquella extraña sucesión de acontecimientos, de pronto estaba sumergida en el mundo de lo paranormal. Leía todo lo que encontraba sobre la vida después de la muerte. En varias ocasiones pagó por asistir a sesiones de espiritismo a pesar de que, al contrario que los demás participantes, ella estaba convencida de que el espíritu de Gabi no deambulaba errante, sino que se había quedado en España viviendo una nueva vida en el cuerpecito del bebe de Elena.

El pequeño solo tenía una semana la única vez que Mariona lo vio antes de volver a su país y fue suficiente para dejarle claro que su esposo continuaba existiendo. Elena y Carlos fueron a despedirse de ella y llevaron al niño para que lo conociera.

—Es un niño muy bueno, protesta un poco cuando tiene hambre pero de momento no nos ha dado una mala noche. –Comentó Elena -.

Carlos vio el cielo abierto, prefería hablar de ese tema y dejar a un lado la rememoración del  trágico acontecimiento, que no les hacía ningún bien.

—Bueno a primera hora de la mañana se pone un poco nervioso pero se calma enseguida en cuanto le ponemos música.

Mariona les miró perpleja como si le extrañara que un niño tan pequeño tuviera ya esas manías, pero ella conocía el mal carácter de Gabi al levantarse, nadie le podía decir nada, lo único que soportaba oír era un viejo disco de los Beatles. No le hizo falta preguntar, enseguida lo confirmo Carlos.

—Este niño es la prueba de que las canciones de los Beatles permanecen frescas, aunque haya pasado el tiempo las nuevas generaciones también disfrutan con ellas.  

Han pasado muchos años desde aquello, ahora aquel bebe será todo un hombre. Mariona no le ha vuelto a ver pero sabe que en la vida, de una forma o de otra, todo tiene una continuidad y la idea de que algún día el destino  volverá a juntarla con su marido le da fuerzas para seguir adelante.