Me
obligaron a venir, ahora me llevan. Ocupamos todos los asientos: uno, dos,
tres, cuatro…siete, somos mercancías. Va deprisa pero ha visto el semáforo, si
se lo pasa en rojo nos detendrán, aquí no se andan con hostias, por menos de
nada te quitan el carné y luego a ver cómo hace éste de intérprete de la
empresa sin poder conducir. A toda velocidad y la furgoneta no vibra, tiene
buenos amortiguadores, está fabricada aquí,aunque para estos cabezas cuadradas ya sea vieja. ¿Por qué no me
avisarían hasta ayer? Me hacen viajar, trabajo lo que me piden, doce horas al
día encerrado, procurando hacer las cosas bien y luego los jefecillos: nada. Sonríen
pero hay algo raro. ¿De verdad volvemos a casa? Estoy deseando verlas, Leire
ahora estará en su cunita. Otra vez paramos, stop, no vamos a llegar. Me tenía
que haber lavado mejor las manos, Marta va a decir que con estas uñas ni se me
ocurra tocarla, es igual, han sido muchos días de trabajo duro, separados. Pero
éste qué pretende, nos lleva en dirección contraria, recuerdo que el aeropuerto
estaba hacia el otro lado. ¿En qué está pensando?, no puede haberse perdido, si
este camino lo ha hecho mil veces. Ha sido a propósito y éstos tan tranquilos,
¿no lo ven?, me ocultan algo, disimulan, les pagarán bien. Más dinero para la
noche, y las mujeres ni se enteran. ¡Buitres! Yo no quiero estar aquí, éstos no
son mis compañeros. Me han vendido. Marta es fuerte y después de estos meses
sabrá cuidar sola de la niña. Esta no es la dirección. ¡No puede ser! En cuanto
paren salto, aunque no sepa alemán alguien me ayudará. Me llevan, ¿qué van a
hacer conmigo? ¿Me quitarán algún órgano éstos de la bata? ¡Soltadme! ¡Quiero
volver con mi familia!