lunes, 26 de diciembre de 2016

El pez volador



En un mar de aguas poco profundas, cálidas y de color turquesa vivía un pez de lomo plateado y grandes aletas al que le gustaba competir con los demás. Hacían carreras para ver quién era el más rápido y él solía ganar siempre. Aunque lo que de verdad le gustaba era practicar saltos fuera del agua. Aumentaba la velocidad y cogía impulso para ascender y una vez en el exterior, desplegaba sus aletas y planeaba. Disfrutaba con el aire acariciando sus escamas y viendo el azul del cielo, las nubes de algodón y los reflejos del sol en el agua. 
      El pez de lomo plateado tenía verdadero afan de llegar cada vez más lejos y más alto y los demás se enfadaban con él porque muchas veces se separaba del grupo y no seguía las instrucciones del pez que lo encabezaba. Él les decía que no le esperaran que ya los alcanzaría. 
     Un día que el pez estaba ejercitando sus saltos vio a lo lejos una figura enorme que flotaba inmóvil sobre el agua. Era la primera vez que veía algo así y cuando se acercó para investigar comprendió aterrorizado lo que estaba sucediendo. Desde una mole enorme izaban las redes repletas de sus congéneres que se retorcían asustados, intentando escapar mientras las cuerdas les rasgaban la piel y el aire les quemaba las agallas. Del grupo apenas se salvaron unos pocos, él se reunió con ellos y se puso a la cabeza para enseñarles su técnica de vuelo. Desde entonces fueron aumentando en número y gracias a las enseñanzas de su nuevo lider nunca más sufrieron una captura.