jueves, 23 de febrero de 2012

SUEÑO Y REALIDAD

   En mi sueño veo la vida que se extiende por el bosque florecido, sólo los espíritus alegres se mueven entre los árboles rozando sus hojas con suaves besos mientras el viento canta a su alrededor. El olor del mar parece llegar hasta allí y su azul se mezcla con el verde del bosque. Los dos se abrazan solidarios intuyendo su fin. La bruma entra amorosa en el bosque y humedece la tierra donde crece arraigado, inmóvil e indefenso. Luego se produce el milagro, él devuelve al mar grandes nubes preñadas de lluvia. Son regalos de amor solidario entre dos inmensos que desaparecen día a día bajo nuestro manto siniestro.
   Cuando despierto veo muerte y no quiero existir en este mundo para contaminarme con el veneno que crece en sus entrañas. Me iré a la Luna o a alguna estrella pequeña donde no habite nadie. Me iré aunque sea el miedo mi único compañero, me iré impotente con mi soledad.
   Veo los bosques que mueren y muero, veo los hielos deshacerse y me deshago, veo el aire corromperse y me siento sucio. Y no sé que hacer, soy sólo una pequeña mota en el infinito oscuro. Algunas veces el viento sopla a favor y barre la suciedad trayendo una esperanza efímera, otras es el agua de lluvia la que calma las heridas y con su adormecedor sonido me devuelve al sueño. 
    De nuevo veo miles de seres sumergidos en aguas cristalinas, otros que vuelan por el perfecto azul, y sobre la superficie de la tierra veo extenderse una gran alfombra esmeralda, repleta de vida, sobre la que duermo para siempre.